“No me gustaba estar en esa situación, pero de repente, me vi inmersa en ella, sin poder hacer nada para evitarlo. Noté cómo mi corazón palpitaba fuerte y mi cuerpo pedía a gritos salir corriendo de ahí, mirar hacia otro lado y hacer como que nada de “eso” había pasado realmente; sin embargo, una fuerza dentro de mí me invitó a quedarme para afrontar lo que estaba viviendo.
Era un mar de dudas, sentía miedo e incluso tristeza por verme en esa tesitura, pero decidí avanzar por las arenas movedizas y plantarles cara. Aún sin saber cómo ni por qué, pero ahí estaba yo, analizando la situación con perspectiva, buscando soluciones que fueran válidas para mí y creando pequeños planes a medida que iba avanzando.
La solución no era la que me hubiera gustado, pero sí la única posible dadas las circunstancias y, al fin y al cabo, era una solución, mi solución.”
Una persona resiliente es aquella capaz de afrontar las adversidades y adaptarse a situaciones que le generan malestar. No se trata de vivir con ausencia de angustia o miedo, sino de saber transitar por cada emoción sin que éstas frenen o paralicen, dando pasos y parando cuando sea necesario y buscando la manera más sana de adaptarnos a la nueva situación.
La resiliencia no es una capacidad con la que nacemos o no nacemos, sino que se trata de un conjunto de pensamientos, emociones y conductas que se pueden aprender y desarrollar:
¿Cómo podemos empezar?
- Permítete sentir todo el abanico emocional: intentar vivir en ausencia de emociones “incómodas” únicamente lleva a bloquear cualquier tipo de angustia, tristeza, rabia o miedo, haciéndolos en realidad más potentes y acumulándolos hasta su explosión de manera incontrolada.
- Recoge la información que cada emoción te brinda: una vez te hayas permitido sentir interpreta qué quiere decir esa emoción, qué papel tiene en tu vida, cuánto tiempo llevas sintiéndola, cuánto te dura, en qué momentos aparece…
- Analiza tu entorno, tu vida, tu contexto: ¿tus expectativas se ajustan a la realidad?Observa si has llegado a ese punto por acción u omisión, por dejarte llevar o por controlar en exceso
- Visualiza todo lo anterior con foco: elimina juicios propios y creencias limitantes, ¿cómo verías esa misma situación si supieras que es algo que le pasa a un vecino?
- Piensa en posibles soluciones válidas para ti
Una persona residente ha aprendido a ver la realidad tal y como se presenta. No se trata tanto de ver el vaso medio lleno o medio vacío sino de ver el vaso por la mitad.
“En mitad del invierno, finalmente aprendí que había en mí un verano invencible”
(A. Camus)